Una historia muy personal con mis bitácoras

Una historia muy personal con mis bitácoras

Tengo una relación especial con mis estudios pictóricos, y en esta entrada seré descarnadamente honesta (¿Cuál sería el punto de invertir en mi propio website con mi propio blog si no pudiese hacerlo?). Debo confesar que mis primeras bitácoras eran muy aspiracionales y creo que todxs partimos un poco así, al menos si venimos de una escuela de artes. 

Por aspiracionales me refiero a este típico cuaderno lleno de estudios de Da Vinci, con letra perfecta y bellos bosquejos en sepias y sanguinas, un cuaderno lo suficientemente bello para decirnos que si que vale la pena estudiar artes. Con los años las bitácoras se van "afeando", se van haciendo mas honestas, los bocetos se desordenan, los colores se confunden con la primera herramienta que tengamos a la mano para capturar una idea (un destacador, corrector líquido blanco, boligrafo bic azul...), y eventualmente cuando llegamos a cierta madurez se convierten en pequeñas ventanas a mundos mas amplios, los mundos mas amplios son las pinturas que hacemos y las pequeñas ventanas fueron las primeras ideas para llegar a estas. En mi caso, reviso fórmulas y combinaciones de color. 

Hace un par de años durante la pandemia di con un emprendimiento que hacía libretas preciosas, me emociona decir que fui de sus primeras compradoras y que en un momento de bonanza fui capaz de adquirir muchos cuadernos para mi propio uso así como mandar a hacer por lotes para incluirlos en mis cursos como parte del kit destinado a lxs alumnxs. 

Cuando digo preciosas lo digo con toda certeza de mis palabras, generalmente el referente de libretas o bitácoras bonitas que tenemos lxs artistas son las moleskine, pero al día de hoy creo que solo les precede el prestigio de su nombre. A mi juicio son libretas muy costosas hechas en papel de muy mala calidad, que se han sostenido en el mercado gracias al hype de hacer colecciones para fanáticos y nichos específicos (libretas de harry potter, libretas de los simpson, bitácoras en colaboración con el Van Gogh museum, star wars, etc...).

Estas libretas eran como una moleskine pero aun mejor: hechas a mano, personalizadas a mi pinta y en convenientes colores como verde musgo o rojo granate, algo que les da un vibe muy clásico y especial. Creo que habría comprado por años y años y mi colección se habría convertido en una gran biblioteca de procesos, pero tuve diferencias de indole personal con la creadora y cesé de comprarlas.

Eso me tuvo un tiempo frustrada ¡Incluso compré una moleskine grande para acuarela! Quería conservar la onda de libreta de artista en ecocuero, pero basta decir que el papel se deshizo en dos lavados con el pincel y la guardé en el armario con pesadumbre.

Para alguien como yo la estética importa, hace unos días estuvo en casa Grace Weinrib, conversamos sobre mi obra y me dio una asesoría muy provechosa, entre estas cosas me comentó que mi estudio parecía un templo, y es cierto, cada pequeña cosa que está aquí tiene una razón de ser y debe comulgar visualmente con todo, son extensiones de mi alma, las herramientas con las que creo deben complacerme visualmente. Peco de hedonista, pero me gusta ver un espacio que me hace feliz. 

Por tal motivo adquirir bitácoras se había convertido en una búsqueda muy frustrante, compré una que otra (las de meraki resultaron particularmente buenas y resistentes y las recomiendo) pero seguí con el desazón de no tener un soporte que me complaciera absolutamente para hacer mis estudios de color. 

Hace pocos días mi amiga Pamela, una gran paisajista con quien disfruto mucho hablar y compartir procesos, removió mi herida: mientras conversábamos sacó de su bolso una preciosa libreta nueva de aquellas. Sin embargo aunque se lee fatalista, agradezco profundamente ese momento pues tuve una idea de esas que llegan como un pensamiento intrusivo y simplemente no termina de irse: yo puedo hacerme mis bitácoras.

Aquí abriré un parentesis importante: YO NO HAGO CUADERNOS, y respeto profundamente el arte de la encuadernación, pero también me siento muy orgullosa de decir que promuevo la economía circular y reciclo todo cuanto puedo (ropa, materiales, etc).

"Puedo usar esas lindas tapas que ya tengo y sustituir ese papel de celulosa con trabajos antiguos por nuevas hojas de papel de algodón" ¡BINGO!

En este apartado seré breve porque todo ocurrió muy rápido: compré pliegos de algodón y los corté con mis manos para preservar las barbas del papel, mi amiga Oriana me hizo una capacitación sobre como coser papel (que además termino siendo una rica velada con café y una cena multicultural). Tomé mi moleskine y le quité todas las hojas de adentro (con demasiada facilidad, nisiquiera vienen cosidas sino pegadas), y también aproveché de utilizar dos tapas de blocks arches (los hacen en un maravilloso cartón de 3 mm que sentí mucho placer en no desechar), y con ecocuero café y muy poca maestría, repliqué el diseño de la moleskine desde cero. Dos bitácoras de papel de algodón, nuevas, hechas totalmente por mi. 

De cualquier modo quiero añadir estas imagenes honestas, porque claramente es un trabajo precario que no alcanza el título de profesional. Se notan los apliques flojos en los bordes y el cartón utilizado en las tapas ya había sido utilizado como mesa de corte, sin embargo no soy dura conmigo y me agradezco mucho haber reciclado mi moleskine y haber podido hacer de cero esta bitácora imperfecta con elástica rosa. 

Además en mi defensa, son bastante grandes y fue difícil manipular el montaje de las partes (considerando que no me dedico a esto), aquí una imagen de referencia en relación al tamaño de un lápiz.

Aquí se ve el logo de moleskine en la tapa, (suspiro, si tan solo hicieran libretas con buen papel en vez de inventar la moleskine digital, hace unos meses salieron con una especie de libreta/scaner que va llevando al computador todo cuanto escribes, un ipad básicamente). 

Pero la mejor parte de todo es que comencé inmediatamente a darles uso, me urgía para mis notaciones y fórmulas de color. En términos de papel, el tamaño y la calidad infieren totalmente en la expresión de los colores, esta es una comparativa de celulosa en pequeñísimo formato  (es increíble como se "apagan" los colores) vs algodón en formato grande. 

¿Alguna vez reciclaste una bitácora? ¿Le has tenido mucho cariño a un producto, al punto de dedicarle tiempo a su preservación? ¿Te imaginas hiciéramos esto con todo? Se que el tiempo no nos sobra y que estamos en un mundo dirigido por y para el desecho, pero me gusta pensar en productos y registros heredables, algo que diga "fui humana, y lo disfruté". Eso es para mi la pintura. 

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